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lunes, 11 de abril de 2011
Asqueante prepotencia y abusos de la seguridad presidencial
En dos años que llevó asignado a la fuente del Palacio Nacional, he sido testigo de muchos conatos de discusiones, fuertes intercambios verbales y empujones entre periodistas que cubren las actividades del presidente Leonel Fernández Reyna y los sabuesos de su seguridad, que incurren asiduamente en asqueantes actos de prepotencia, abusos de poder y abundantes acciones brutales. En estos golpeos contra la prensa, son actores de primera fila un grupo (no todos) de mal educados, aberrantes e irracionales miembros de la Guardia Presidencial (GP) y del Cuerpo de Ayudantes Militares (CAM), que se exceden en sus funciones y ven en los y las periodistas potenciales enemigos del jefe de Estado, con intenciones de atentar contra su vida. En esta esquizofrénica actitud, los Rottweilers del CAM son más rígidos y estrictos al chequear y/o registrar a comunicadores y comunicadoras, que con las cientos y a veces miles de personas que asisten a los actos presidenciales. Además de los conflictos que se producen al pasar por el chequeo, también surgen otros; porque periodistas y reporteros gráficos son arrinconados en una especie de “corral”, de donde no pueden moverse a otra área, para hacer mejor su trabajo. La situación ha provocado discusiones con los Rottweilers, debido a que el área donde es ubicado el “corral”, a veces no es la más adecuada para captar sonidos e imágenes de las actividades, lo que obliga a reporteros y reporteras a movilizarse a otro sitio, para lograr un mejor trabajo. De estas agresiones no sólo han sido víctimas los medios privados, sino también las han sentido en carne propia periodistas y ejecutivos de la Dirección de Prensa del Palacio Nacional, con quienes los Rottweilers del CAM y la GP se han enfrentado en varias ocasiones. De igual manera, personalidades que asisten a las actividades presidenciales han sentido los excesos y atropellos de los Rottweilers, como ocurrió el 20 de marzo de 2009, durante un acto en Cedimat, en la Plaza de la Salud, en un momento en que el presidente Fernández hacía un recorrido por una sexta planta recién inaugurada, a monseñor Amancio Escapa, obispo auxiliar de la diócesis de Santo Domingo, cuando se retiraba, le impidieron bajar por el ascensor, sin los sabuesos inmutarse ante las condiciones de salud y la edad del religioso. Aunque físicamente no estaba apto, monseñor Escapa tuvo que bajar lentamente por los escalones, desde la quinta planta hasta la primera. Asimismo, en esa actividad, al presidente del Grupo Financiero Popular, Manuel Alejandro Grullón, le cerraron el paso a un área, hasta tanto el jefe de Estado terminara su recorrido y a monseñor Agripino Núñez Collado, lo bloquearon por un momento. Es justo indicar que ante las constantes amenazas de sus superiores, de “trancarlos”, si no mantienen a los y las periodistas a raya, motiva, en algunos casos, que efectivos de la escolta presidencial obstaculicen el trabajo periodístico, y se excedan. Aunque los más decentes y con cierta formación al margen de las cavernas cuartelarias, actúan de otra manera y dicen “muévanse por favor, para que no me sancionen”. También aclaro que contrario a una parte de su sequito de seguridad, el presidente Leonel Fernández ha dispensado siempre un trato respetuoso y afable a los periodistas que cubren el Palacio Nacional, y de igual forma hemos recibido la misma consideración del personal de la Dirección de Prensa de la casa de Gobierno, incluido su director, Rafael Núñez y las subdirectoras Annia Valdez y Sandra Severino, quienes en ocasiones han tenido que intervenir frente a los sabuesos. De lo ridículo, a lo represivo Por ser producto de una “formación” militar mentecata, muchas veces los sabuesos de la seguridad presidencial, en su afán por aparecer funcionales frente a sus superiores, “sospechan” que las cámaras, el grabador y las plumas (lapiceros) son armas para ser utilizadas en un atentado contra el Presidente de la República. En ese sentido, el pasado martes 5 de abril (Día Nacional del Periodista) en la inauguración del desnivel de la 27 de febrero, me tocó, en mi condición de reportero de Diario Libre, ser el causante de una de esas ridículas alucinaciones de la seguridad presidencial, producto de la ignorancia y falta de formación académica, cuando un miembro del CAM me registró con el detector de metales o armas y me tocó los bolsillos del pantalón. Sin embargo, cuando seguí la marcha, y ya de espalda al individuo, oigo que me dice en tono grotesco “oye, sácate los fósforos que tú tienes ahí, que no se puede entrar con fósforos”. Sorprendido miro y le contesto que de cuáles fósforos me hablaba, porque nunca he fumado, y que tampoco era la forma de decírmelo, pues, si no me registró bien, su deber era decirme “por favor, déjeme registrarlo de nuevo o qué usted lleva en ese bolsillo”, a lo que yo hubiera obtemperado si habría sido en forma cortés. Caímos en la tradicional discusión, porque el sabueso me conminaba a salir si yo no le entregaba “los fósforos”, con los cuales, se imaginó le iba a prender fuego a la actividad o atentaría encendiendo una cerilla para lanzárselo al presidente Fernández, cuya tarima donde se sentó estaba ubicada a varios metros del área asignada a los y las periodistas. En la medida que se caldeaban los ánimos, a la compañera de Tele Antillas Elizabeth Encarnación, le asaltaba el temor de que ocurriera una desgracia, porque me negaba a ceder a la prepotencia del troglodita del CAM, de enseñarle “mis fósforos” si no me lo pedía con decencia y no de forma prepotente, amenazante y brutal. En eso, interviene un superior del sabueso menor y le ordena que “siga cumpliendo con su trabajo”, lo que empantalonó al pequeño insolente. No obstante, por mi reprimenda, el superior accedió a solicitarme con una cortesía forzada le enseñara los fósforos, tras lo cual introduje mis manos en el bolsillo derecho de mi pantalón y saque el micro cassette de mi grabador, en su pequeño estuchito, que al tocarlo él con sus grotescas manos, hizo un sonido, que por sus amplios conocimientos antiterroristas, el gorila del CAM sospechó era una caja de fósforo, pasando de lo ridículo a lo represivo. La ignorancia en el grupo de sabuesos del CAM y la GP es tan acentuada, que no se han dado cuenta que hace tiempo hay medios sofisticados para ejecutar actos terroristas; sin usar los rudimentarios fósforos. En esos casos, un celular es más efectivo a esos propósitos y a las actividades del presidente Fernández van cientos de personas con estos aparatos y le hacen fotos al jefe de Estado, y nunca ha habido un intento de agresión. Pienso que es necesario que alguna instancia intervenga ante el general Manuel Frías Rodríguez, comandante de la Guardia Presidencial y el jefe del Cuerpo de Ayudantes Militares, Belisario Medina y Medina, para que frenen las actitudes prepotentes de sus subalternos; pero sobre todo para que “declaren de urgencia”, en ambos organismos, impartir cursos de relaciones humanas, moral y cívica y derechos humanos a sus integrantes. Me atrevería igualmente sugerir, que en vez de trancarlos cuando cometan un real o supuesto acto de indisciplina, le apliquen la sanción de escribir cinco mil veces las palabras “Por favor”, “Tenga la amabilidad”, “Si usted fuera tan amable” y “Excúseme”, entre otras, para enseñarles expresiones que lo hagan aparentar seres humanos, con cierto nivel de educación. Los sabuesos del CAM y la GP deben tener en cuenta que nosotros seguiremos con nuestra condición de periodistas; pero ellos en cualquier momento, caminarán por las calles despojados de la arrogancia militar; acompañados del temor por las tropelías que cometen contra los civiles, y la justificada sospecha que aparezca alguno con intenciones de pasarle factura. Finalmente, quiero establecer que a pesar de los integrantes de la seguridad presidencial ven a los periodistas todos los días en el Palacio Nacional y que portan su carnet de acreditación emitido por la Presidencia; nunca dizque nos conocen y arremeten contra nosotros. BIENVENIDO SCHARBOY
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1 comentario:
Interesante articulo
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