martes, 24 de febrero de 2009

Eutanasia: ¿derecho a una muerte digna?

El caso de Eluana Englaro ha dividido a la sociedad italiana, desde el presidente de la República, Giorgio Napolitano, hasta el primer ministro Silvio Berlusconi. Considerado como uno de los más grandes debates éticos de nuestro tiempo, el Vaticano y el mundo en general han tenido posiciones diversas, con múltiples miradas…


La prensa internacional ha reflejado en estos días el caso de la italiana Eluana Englaro, en estado vegetativo desde 1992, a quien finalmente, los médicos dejaron de alimentar para permitirle morir en una clínica en la ciudad de Udine, a donde fue conducida luego de innumerables polémicas, a favor y en contra del dictamen.



Tras 17 años en estado de coma, como consecuencia de un accidente automovilístico que le ocasionó un severo e irreversible daño cerebral, su padre y la familia en general lideraron una larga lucha legal de 11 años, para quitar el tubo de alimentación a la hija. El progenitor aseguraba que antes del accidente, la muchacha había expresado su deseo de no ser mantenida con vida artificialmente.



El pasado año fue de constantes ires y venires en decisiones que, por primera vez en Italia, pusieron a la luz las contradicciones entre lo dispuesto por la corte de apelaciones de Milán, que autorizaba al padre a desconectar el tubo de alimentación, en tanto que los fiscales federales apelaban el veredicto.



A pesar de la Corte Suprema considerar lo contrario, el ministro de Salud italiano, Sacconi, hizo valer una orden mediante la cual impedía a todos los hospitales públicos y privados implementar la sentencia del tribunal.¿Qué significa Eutanasia?



Según Wikipedia, el concepto eutanasia se deriva del griego: "eu" (bien) y "thanatos" (muerte) y significa “…todo acto u omisión cuya responsabilidad recae en personal médico o en individuos cercanos al enfermo, y que ocasiona la muerte inmediata de éste con el fin de evitarle sufrimientos insoportables o la prolongación artificial de su vida”.



La enciclopedia profundiza en el criterio: para que “la eutanasia sea considerada como tal, el enfermo ha de padecer, necesariamente, una enfermedad terminal o incurable, y en segundo lugar, el personal sanitario ha de contar expresamente con el consentimiento del enfermo”.



También se le distingue con el término “¨muerte digna¨ que consiste en el otorgamiento de medidas médicas paliativas (que disminuyen el sufrimiento o lo hacen tolerable), de apoyo emocional y espiritual a los enfermos terminales”.En marzo de 2005, un artículo publicado en El Correo Gallego ocasionó múltiples comentarios. Se trataba de un Hospital madrileño, donde el jefe de Urgencias resultó destituido por "acelerar" la muerte de cuatrocientos pacientes.



El asunto se complicó cuando varios facultativos calificaron la destitución como "inadmisible" e "injusta" y argumentaron que “la sedación terminal a enfermos con dolencias irreversibles es una praxis habitual, llegando a aplicarse en cientos de casos…".El propio coordinador del servicio de Urgencias declaró que "esta praxis no acelera la muerte, sino acorta ese período", y confesó, además, que "siempre consultamos a la familia, y la mayoría de las veces, por no decir todas, quieren que le demos la sedación terminal a su pariente con el fin de no prolongar una agonía donde hay un gran dolor”.



Según fuentes consultadas, “en Europa, sólo Holanda y Bélgica han legalizado la eutanasia, mientras que Suiza la tolera y en Luxemburgo está en curso el proceso de legalización”. En otros países del viejo continente la prohíben, pero autorizan una "ayuda a morir".



Diversos puntos de vistaComo pudo conocerse, en las afueras de la clínica donde desconectaron a Eluana Englaro, hubo la misma confrontación que mantiene dividido al Senado, “donde la mayoría, liderada por Berlusconi habla de asesinato”.Por su parte, la Conferencia Episcopal Italiana pide responsabilidades por lo que considera un “delito”; en tanto que la Iglesia católica califica la desconexión de la sonda alimenticia a la paciente como “abominable asesinato".



Anna Finocchiaro, del Partido Demócrata, se ha pronunciado por la necesidad de una ley que regule el testamento vital y pide "silencio y respeto ante el dolor inmenso que tiene que estar atravesando la familia al tomar esta decisión".Y mientras los familiares sienten que han cumplido con Englaro, algunas opiniones versan sobre su derecho, “ el cual debe respetarse", apunta el presidente de la Cámara de los Diputados, Gianfranco Fini.Religiosos y políticos rivalizan en sus conceptos.



El papa Benedicto XVI calificó su muerte de "eutanasia inaceptable" y como "solución falsa" para el sufrimiento. El cardenal Javier Lozano Barragán, ministro de Salud del Vaticano, denominó el acto de "asesinato abominable".En la República Dominicana, el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, evaluó la eutanasia como crimen "aberrante" que amenaza a la humanidad y lamentó que organismos internacionales se expresen a su favor.



Otra consideración la hizo la Iglesia ortodoxa rusa, quien conceptuó: "Hay casos en los que no está claro si el alma está presente en el cuerpo, después de varios años en los que el cuerpo no da señales de una vida consciente (...) En estos casos, no es necesario mantener el cuerpo artificialmente", declaró Vsevolod Tchaplin, uno de los portavoces de dicha Iglesia, citado por la agencia Interfax.



Los casos Schiavo y Echevarría,Cuando en marzo de 2005, la Justicia estadounidense autorizó la desconexión de la sonda que mantenía con vida a Terri Schiavo, las opiniones se difundieron en pro y en contra.



En ese caso, la familia protagonizó la disputa judicial en el intento de prolongar una existencia de 41 años, quince de ellos en estado vegetativo. El esposo, Michael Schiavo, argumentó que Terri no deseaba vivir artificialmente.



El padre de Schiavo, Robert Schindler, envió en estos días una carta a Giuseppe Englaro, publicada por el diario digital "Ilsussidiario.net", en uno de cuyos párrafos se lee: “Estamos profundamente apenados por la inútil muerte de Eluana, pero estamos llenos de esperanza porque cada vez hay más personas que son conscientes de cómo es tratado quien tiene una enfermedad como la de Terri y Eluana, y que nuestro mundo comienza a dar valor a sus vidas, más que a sus muertes".



A raíz de los hechos, el articulista L. Á. Vega rememoró que en España, donde está prohibida la eutanasia, Inmaculada Echevarría “logró que le retirasen el respirador que la mantenía con vida, aunque para ello tuvo que dejar el hospital católico en el que estaba ingresada y trasladarse a un centro de la Junta andaluza”.Ángeles García Pascual, delegada en Asturias de Derecho a Morir Dignamente, dijo que Echevarría aplicó el derecho de cualquier paciente a decidir “qué tipo de tratamiento quiere recibir y hasta qué punto puede llegar, una posibilidad que establece el testamento vital”.



Acerca de Englaro, opinó que “tras 17 años, los médicos reconocieron que el coma era irreversible y se ha hecho lo que, según la familia, Eluana querría”.Se mencionan decenas de casos en el mundo, semejantes a los de Englaro y Schiavo.



Una parte de los especialistas valoran que deben cumplirse los deseos que cada quien, de morir con toda dignidad. Otros ven la eutanasia, como una amenaza para la humanidad.Caracterizada de maneras diferentes, la eutanasia puede ser eugénica; piadosa, positiva; negativa; directa; indirecta; voluntaria; involuntaria… Hablábamos al principio de este artículo de diferentes miradas sobre un tema que jamás estará exento de conflictos.



Se trata de la vida y la muerte. Se imponen reflexiones profundas, que van más allá de estar “a favor, o en contra”, cuando de alternativas y sufrimientos humanos se habla.



Desde siglos atrás, otros grandes pensadores lo reflejaron con frases sentenciosas, como estas: “La muerte no es una cosa tan grave; el dolor sí”, de André Malraux. O esta de Hesse Hermann: “Una agonía también es un proceso vital”. Concluimos con Quevedo: “Mejor vida es morir, que vivir muerto”.

lunes, 2 de febrero de 2009

El Foro Social Mundial ya tiene una nueva generación de rebeldes

Belén (Brasil), 1 feb (EFE).- El Foro Social Mundial tiene ya una nueva generación encarnada por adolescentes que eran niños cuando se celebró la primera cita en 2001, y este año poblaron un campamento en el que empezaron a creer que "otro mundo es posible".

La mayoría de estos rebeldes del Siglo XXI presentes en el Foro Social Mundial de la ciudad brasileña de Belén reniega de los partidos políticos, apuesta por los movimientos sociales y promueve el fin de la "cultura del consumo", un asunto que ha estado presente en todos los debates del encuentro que culmina hoy.

Así como los militantes de los años 60, tienen serios compromisos políticos, pero prefieren actuar en los movimientos sociales y no en los partidos, son profundamente ecologistas y rechazan toda forma de violencia, sea de izquierdas o de derechas.Muchos son chicos de entre 15 y 20 años, que en 2001, cuando se celebró el primer Foro Social en Porto Alegre (sur de Brasil), pensaban más en juguetes que en tratar de hacer del mundo un lugar mejor.

"Hace nueve años yo no estuve en el foro, pero mi padre sí", dijo a Efe Vania, una chica de 16 años que llegó a Belén con un grupo de amigos y una mochila al hombro, precisamente desde Porto Alegre.Vania y sus amigos han pasado una semana en el "Campamento de la Juventud", una experiencia de socialización nacida en el Foro Social de 2002 y que desde entonces se repite en cada cita del movimiento contra la globalización.

Esta vez, en Belén, el campamento ha contado con cerca de 15.000 jóvenes, que han compartido comida, sufrido las habituales lluvias de esta ciudad amazónica y socializado hasta en las duchas, colectivas y al aire libre.Algunos chicas y chicos pudorosos optaron por ir a las duchas con playeros trajes de baño, pero también muchos decidieron ir desnudos, como en sus propias casas, y todo en la mayor armonía.

La primera impresión para quien visitó el campamento fue de que reinaba la más caótica anarquía, pero en realidad no fue así y allí imperó una militante disciplina, que reguló hasta el consumo de alcohol y de drogas, aunque con alguna concesión para la marihuana.


Los acampados fueron obligados a clasificar con el mayor cuidado la basura producida, que fue separada entre orgánica e inorgánica, y participaron cada día en cientos de actividades y debates sobre socialismo, feminismo, ecología y hasta asuntos esotéricos.


También hubo talleres de tatuajes, en los que incluso se promovió una curiosa integración de culturas.


Indios de tribus amazónicas se unieron a jóvenes latinoamericanos para enseñarles sus propias técnicas y hasta pintaron a decenas de ellos.Uno de los espacios del campamento fue la "Aldea de la Paz", en la que participaron jóvenes pacifistas de una treintena de países que promueven la espiritualidad ecuménica, sólo consumen alimentos orgánicos y claman por un mundo sin guerras ni fronteras.

Al caer el sol, cada noche en el campamento hubo fiesta y mucha música, contra la que quienes querían dormir no podían protestar.



"El foro es libre. Aquí se protesta contra el capitalismo, pero no contra la música", explicó a Efe el chileno Diego Gorostiaga, que empuñaba una guitarra y entonaba con unos amigos canciones de Víctor Jara, de una época en que él "ni siquiera pensaba en nacer", dijo.


Antiguos temas de los cubanos Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, del uruguayo Daniel Viglietti o del venezolano Alí Primera y el reggae de Bob Marley le han dado un tono musical y militante al campamento.


Sin embargo, estos jóvenes con aparente nostalgia de épocas que no vivieron también bailaron al son de ritmos más actuales y propios de sus tiempos, como el rap y el hip hop.